Habituados ya a las costumbres de supervivencia en la selva, teníamos claro cuál iba a ser nuestro desayuno: lo mismo que la comida y la cena; o sea, pescado, plátano, arroz y agua caliente, con la excepción de la mermelada, que era un lujo para nosotros cada mañana.
Después del desayuno, nos colocamos por primera vez nuestras botas de agua, y con las cantimploras llenas nos adentramos en la selva. Por las lluvias constantes, el suelo estaba saturado de humedad, por lo que el camino estaba lleno de agua y enfangado.
En todo este recorrido aprendimos muchas cosas sobre la selva. Vimos árboles de toda índole: gigantes, donde a su lado nos sentíamos como gnomos; otros cuyas ramas nos traían sabrosos recuerdos porque olían a ajo; de otros, tiempo atrás, se extraía el caucho, que fue una de las bases de la economía de estos lugares (donde trabajó nuestro guía Marcial), y uno de los más peculiares, el árbol de la venganza, en el que los lugareños practicaban rituales parecidos al vudú para vengarse de sus enemigos, provocando grandes dolores e incluso la muerte...
Durante todo el camino colgaban lianas, tan resistentes que no pudimos resistirnos a evocar al más famoso superviviente de la selva, Tarzán (Mochileto) y su compañera inseparable, Chita (Mochileta).
Entre los frutos que nos encontramos, estaban unos cocos alucinógenos que solían comer los monos, no sabemos con qué fin, pero que para cualquier hippie de los sesenta hubiera sido fuente de felicidad. También había otra especie de coco que albergaba en su interior una de las delicias más típicas de la zona: los suris, también conocidos como los gusanos gigantes del Amazonas. Recogimos unos cuantos para romper la monotonía en que se estaba convirtiendo nuestra alimentación.
Entre los animales, solo los insectos se dejaron ver: ciempiés, milpiés y arañas con enormes telarañas. Además, teníamos que tener cuidado con las ranas venenosas (negras y amarillas).
Al llegar al final de la ruta, hicimos un descanso. Tomamos unas naranjas mientras Marcial nos explicaba nociones básicas sobre la orientación en la selva. Con estos nuevos conocimientos y machete en mano, los Mochiletos, poniéndose en cabeza, guiaron al grupo hasta la salida.
Cuando llegamos, el calor era sofocante. Sin pensarlo, nos pusimos los bañadores y nos fuimos a dar un baño. Mochileto se aventuró a meterse al río, aunque salió corriendo por miedo a las pirañas. Decidimos ser algo más prudentes y usamos unos cubos para lanzarnos agua. Aprovechamos este momento para lavar nuestra mugrienta ropa.
Llegó la hora de la comida, y Marcial nos preparó los suris al fuego como aperitivo. Mochileto se jaló uno sin vacilar y no le hizo ascos, y Mochileta, pasando las de Caín y con sus grititos y aspavientos, se metió uno en la boca y lo masticó rápido para que pasara cuanto antes el sufrimiento, dándose cuenta a posteriori de que estaba rico, con un sabor parecido al maíz frito.
Después de descansar un rato, esperando a que el sol se calmara un poco, partimos hacia nuestro próximo destino. A partir de aquí, eran pocos los que se aventuraban a seguir, y de hecho, solo nos tropezamos con un turista.
Durante el trayecto sobrevolaban muchos guacamayos y tucanes armando un gran escándalo, aunque la gran sorpresa de la tarde fue un caimán de unos tres metros que saltó al agua muy cerca de donde navegábamos. Cuando faltaba poco para llegar, oímos cómo se aproximaba una tormenta, así que nos cubrimos enseguida con el plástico y Marcial aceleró el remo.
Llegamos a nuestro destino cuando la tormenta arreció más fuerte. Estar aislados en medio de la selva con la tormenta en su máximo apogeo nos produjo una sensación de pequeñez, pero a la vez de plenitud y comunión con la Pachamama. Casi en ningún momento echamos de menos todo aquello que nos parece tan imprescindible viviendo en la civilización, y sentimos que para alcanzar la felicidad se necesita bien poco.
El recinto donde nos encontrábamos era una plataforma hecha de cortezas de palmera, elevada sobre unos troncos y con un techo de hojas de palma. No disponía de paredes, así que esa noche dormiríamos al aire libre. Nuestra cama era una manta echada en el suelo, así que solo nos hizo falta colgar la mosquitera. Este lugar lo mantenían dos personas, con los que compartimos cena en el suelo y con velitas. Conversamos durante la velada, y lo que más risa les produjo fue nuestra expresión "de puta madre", la cual usamos unos y otros durante toda la noche para reírnos.
Con el apetito satisfecho, nos fuimos cada mochuelo a su olivo, relajándonos poco a poco con las lucecitas de las luciérnagas, el coro de ranas y sapos, y demás sonidos de la selva. Finalmente, nos quedamos dormidos.
Mochileta a media noche: "Qué asco! Me ha pasao una araña por la cara! ¿Por dónde habrá entrado? Uh, se oyen sonidos bajo la plataforma... Ya han salido los caimanes! Que no se suban aquí, por Dios...".
Mochileto a media noche: "Qué dura está la cama, copón! Hostias, a ver si va a venir ahora un jaguar... Estoy en la esquina! Al primero que se come es a mí!".
Incluso en los lugares más idílicos, los miedos más mundanos inundan nuestras mentes...
No nos engañéis! Estoy harta de engaños!
ResponderEliminarSupervivencia???? Eso se puede decir cuando tenéis cocineroS??? Así también sobrevivo yo, no te jode! "Señorita África, la piraña está servida". "Señorita África, aquí tiene su tisana calentita". "Señorita África, aquí tiene su gusano en su punto".
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGG, he dicho GUSANOOOOOOOOOOO?
La madre que te parió! COCHINOSSSSSSSSSSSSSSS, MARRANOSSSSSSSSSSS, ASSSSSCO, AASSSSCAZO, y ya he vomitao antes con el colchón, no me queda ná que echar, aaaaaagggggggggggggg, lávate la boca con lejía antes de entrar en esta casa!
Nuero, cómo puedes besar a la "Señorita Ejcahlata"? Ahhh, claro, que tú también comes de eso innombrable, aaaaggggggggggggg, cochinos, marranos, a mí no besarme cuando lleguéis, ENTENDIDO?
Anda queeee...entre los dos podríais acabar con nuestra plaga del picudo! Después de que yo os desherede y os eche de casa ya tenéis trabajo...y alimento, aaaaaaaagggggggggggggggggg!
Mami (Empezando régimen de adelgazamiento. El régimen del pensamiento gusanoide. Es pensarlo y no comer. Marranos. La mare que os parió y el orto del inca y la concha de su abuela)
Voy a calmarme...porque os tengo que instruir...
ResponderEliminarArreciar más fuerte es absolutamente rebuznante! Es que no aprendéis, niños! O arreciar o llover más fuerte, pero no las dos!
Se puede decir morir un poco o morir un poco más? Pos eso.
Os jodéis, que ya me habéis jodido a mí el día con el cosa ese que no quiero nombrar. La foto la borro, claro...
Y otra cosa, la supervivencia esa tan extrema, con la Señorita Ejcahlata en el spa anunciando los limones salvajes del caribe, y, el señor Mochileto jugueteando con la lianita estrechamente vigilado por dos hombres curtidos en cien batallas, me queda claro que es muyyyyyyyyyyy dura, jajajajajajuasjuasjuas! Huy qué duraaaaaaaaaaaaaaaa, jajajajaja!
A trabajar ya, atajo de vagos!
Y tú, Señorita Mochileta, la próxima vez que me digas que si parecíaaaaaaaa que se oía algo en tu cuarto, que si la cama tal o cual, del jetaso que te arreo te mando a Perú. Sí, pa que sobrevivas otra ves.
Mami (preparando un campamento muy chulo pa cuando vuelvas, pa que aprendas de verdad a sobrevivir, juasjuasjuasjuas, eso sí que te acojona, ehhhh? Pos prepárate, gusana, cuando te plante una fabada delante pa ti sola, ten cojones a decirme que no te gusta y que no quieres. Ay se me va la olla...por tu culpa)
Técnica del embudo.
ResponderEliminarTe abro la boca, te encasqueto un embudo y voy metiendo habichuelas de las de fabada gorda hasta que me repitas cien veces "qué rico mami, quiero más"
Mami frotándose las manos....jajajajajaaaaaaaaaaaaaa
NE,Y,NO que paraíso to acojo nao por el medio de la selva ver estaréis viendo mucho pero caquita tan bien vamos la ropa se parara sola menos mal que los cubos de agua le vendrían bien pero lo que mas me gusta son las botas parecéis unos voiscais que estilo teneis de guía se moréis de hambre y no se coméis una rosca y durmiendo al aire puro que barbaridad que sustillo que valientes sois en cualquier sitio montáis el chiringuito la recompensa del aperitivo que estabais tomando se asiste la idea que eran gambas que asco y que digáis que estaba bueno líbranos dios que asco a que estado abeis allegado la olla se lo esta yendo algo lo esta trastornando estoy alucinando si tomar nada y ahora para el tite caca ayyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyque me cag ggggggggggggggggggalo que hemos allegado besos y cuidarse
ResponderEliminarjajajajajajjaja pos yo le hubiera tirao a los gusanitos tb claro que siiii!! no se ven tan mal... mantequilla por encima y son palomitas, viscoso pero sabroso, ya lo decía Simba jajjaa pero Mochileto llegó a meterse en el río?? a eso si q hay q echarle huevos (con plátano) jajaajaj
ResponderEliminargracias por este delicioso relato selvático
Pdt. quiero fotos de tos los bichos!!!!!!!!! arañas ranas, hazles bien la foto!!!!!!!! muakkk
buenas..... profe... a la... estarás viviendo cosas inolvidables y enriquecedoras. que guayy.
ResponderEliminarun saludo.
MARIO
Me inunda la duda. ¿Ellos dormían sin mosquitera? ¿Les daba igual todo?
ResponderEliminarChulísimos estos capítulos de la selva.
Se me ha pasado la tarde leyendo esto sin acordarme de que tengo clase! woooo! Me he enganchado cual cocainómano. Pero... post del 23 de septiembre... estamos a 29 de octubre... qué ha pasado? y los nuevos post?
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