Hoy íbamos a superar una gran barrera: los 5000 metros de altura. Ahí se encuentra el glaciar Pastoruri. Para esta excursión, teníamos que estar en la agencia de Akilpo a las 9 de la mañana, donde nos estaba esperando nuestro guía Máximo.
Estábamos nerviosos por el conocido soroche o mal de altura, ya que la argentina que conocimos en casa de Ángelo, Inés, se había puesto muy mala, con dolores de cabeza, mareos y náuseas, y no pudo ni moverse del autobús.
Antes de salir, la gente empezó a comprar pastillas y coca para el soroche. Nosotros llevábamos nuestra ración de coca, tanto en mate como en hojas. El camino hacia Pastoruri era en continuo ascenso, y el paisaje fue cambiando y los árboles desapareciendo. Hicimos varias paradas, donde pudimos observar pinturas rupestres pre-incaicas, todo un bosque de puya raimondi (de la familia de las piñas), lagos de mil colores (debido a microorganismos, minerales y luz del sol) y agua gasificada (debido a una reacción del agua con ciertos minerales).
Conforme nos acercábamos, empezamos a distinguir la cordillera en toda su inmensidad, con sus grandes picos nevados y sus glaciares. Además, la temperatura bajaba rápidamente en cada parada del camino, y nuestra ingesta de coca era inversamente proporcional: cada vez consumíamos más.
El bus nos dejó en un descampado al pie de un caminito de piedra a unos 4800 metros. Teníamos que hacer andando un desnivel de 200 metros. Ya con los primeros pasos, supimos que iba a ser dura la hora de subida. Empezaba a doler la cabeza, y con cada paso tanto el corazón como la respiración se aceleraban (creíamos que el corazón iba a explotar). Había que parar cada dos por tres, y cualquier movimiento extra cansaba. La coca ayudaba algo, pero no hacía milagros ante la poca aclimatación y falta de preparación física.
Este duro esfuerzo tuvo una gran recompensa. Ante nosotros estaba un inmenso glaciar, que pudimos tocar con nuestras manos. Al pie del glaciar habían dos lagunas, una de ellas helada, sobre la que flotaban algunos icebergs. Había formadas también unas cuevas de hielo, que en años anteriores se podía entrar en ellas, pero debido al deshielo producido por el cambio climático, están quedando reducidas de forma vertiginosa.
La bajada fue bastante fácil, y menos mal que bajamos deprisa porque comenzó a nevar fuerte. Sentimos el cansancio y la satisfacción de haber sobrevivido a la altura, no como la gente que contrató un caballo para la subida para no cansarse.
A la vuelta, Máximo nos amenizó contándonos curiosidades e historias de la zona: el significado de los lazos de los sombreros peruanos, de las banderitas de colores arriba de las casas, la historia del gran terremoto que arrasó varias poblaciones, el significado del nombre de las ciudades y los desmanes ambientales producidos por la extracción minera.
La parada para comer se agradeció, y trabamos amistad con gente de la misma excursión, mientras degustábamos tamales de pollo y llunca de gallina (o Levanta muertos): las coreanas Yugo, "Yuyu" y "Guan Guan", las simpáticas limeñas Jacqueline y Nola (con quienes lloramos en la despedida) y la parejita francesa que hacían Stephen y Tiffany.
Al llegar al pueblo, aún quedaban asuntos para zanjar el día: contratar el trekking del día siguiente, comprar una batería extra para la cámara de fotos, y frutos secos y sánguches (sandwiches) para el trek.
Al llegar a casa, nos estaba esperando una rica cena de bienvenida, chupe de trigo.
La altura y el cambio de alimentación comienzan a hacer estragos: Mochileto y sus mareos y Mochileta y sus cagaleras...
Que lindossss!!! me emocione al recordar ese dia!! recuerdo cuando gentilmente África me ofrecía ayuda si en casa me afectara la altura, y el amuerzo y el ohhhhhhhh de las coreanas y el como hacian el perro y el gallo en cada pais :) ,,, fueron lindos dias q me encantaria volver a repetir . Continuen disfrutando de lo lindooo del Peru y quien sabe nos podamos volver a encontrar en estos dias" se les quiere . besos muaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!!!
ResponderEliminarqué pasada de excursión con el arte pre-inca, la puya Raimondi, el agua gasificada y el GLACIARRRRR!!!!!!!!!! Gracias dar a conocer de primera mano los efectos del CC y cía. que son muy notorios en sitios con tesoros naturales como ese. un aabrazoo!!!
ResponderEliminarImpresionante imagen de los Mochiletos aberronchándose contra el hielaje vivo.
ResponderEliminarUna lástima no haber llevao el ron, que con unos hielos de esos y las hojas de coca, Mojito pastorureño y bajada bailando el aserejé.
Una vez Mochileta quiso traer a casa nieve de recuerdo.
En la mano. No digo más.
Maminieves y los siete mojitos
É-PI-CO La tercera foto que habéis puesto me encanta, y las de los glaciales son tremendas! Te he puesto que soy Gregorio, que me dices que si soy anónimo no sabes quien soy juas juas juas. Y por cierto, como ya te dije, medioambiental es Ana, que no te enteras jajajaja.
ResponderEliminarque paisajes tan bonitos...
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